Sigo encerrado, mi pareja salío el miercoles para ir al super, a mi me toca mañana. Será una semana sin salir. No es que eche de menos mucho la vida social, pero sí dar un paseo, sin miedo. Mi ejercicio físico es o yoga, o flexiones, dominadas en el suelo y lo que puedo hacer con unas pesas improvisadas con una toalla, dos cajas de leche y una bolsa de Ikea, poco glamour, pero ahora primo el pragmatismo.
Ayer hice pan, mi acercamiento a la pastelería fue hace ya un año, no es que me haya apuntado a esta novedad que ha dejado las tiendas sin levadura, de hecho ayer me felicitaron por la tarta de chocolate que hice y esto se consigue con práctica. Detrás de esta afición hay un intento por llevar a cabo acciones más que ideas, como ya he comentado. Salirme de la cabeza. Aunque tengo la batidora, lo amasé a mano por el placer que me supone, sentir la masa entre mis manos mientras escucho una canción que me gusta.
Ahora saldré al balcón, con el café y una galleta a oler a lluvia. Pequeños placeres, fijarme en lo que tengo en lugar de lo que me falta. La teoría como ocurre en muchas ocasiones es sencilla y (no quier poner peros) se me olvida.
El placer también para mí es un camino para alcanzar un estado pleno y esto solo lo consigo con consciencia, caigo en el error de intentar perfeccionar este momento, en lugar de agradecer la bolsa de Ikea y las cajas de leche, pienso en meterme en Amazon o El Corte Inglés y comprarme algo, como si tuviera espacio este piso para poner algo más, como si el cuerpo mejorara solo por la compra. El esfuerzo a veces es necesario, si bien también opino que es necesario tener talento, por mucho que me esfuerce mi voz, es mi voz y no me da para cantar. Es uno de los grandes errores de esta filosofía Mr Wonderful, que querer no significa poder.