Tras casi 4 semanas de confinamiento, empiezo a darme cuenta que, aunque luego se nos olvide, un paseo es un placer, que sin estar en la cárcel, imagino eso mucho peor, la ausencia de libertad es dura. Siempre nos dicen y supongo que es cierto, que solo valoramos las cosas cuando las perdemos.
Me encuentro pidiendo cosas de forma compulsiva en supermercados online, o bien café, una de mis adicciones, o en la misión imposible de encontrar harina de fuerza para hacer pan, respecto a ese nuevo oro, la levadura, compré dos paquetes para hacer pan y tengo uno y medio para hacer pasteles (aunque se puede recurrir al bircabonato, o hacer bizcochos ligeros) ¿Quién podría imaginar esta situación en Navidades?. En cualquier caso la posibilidad de teletrabajar me da una rutina, una organización, que a mí me cuesta.
Las cosas que debería aprender, pero que probablemente olvide, el lujo de lo ordinario, dar un paseo cuando hace sol, tomar una tostada en un bar caliente cuando hace frío, mi caracter, siempre busca lo que falta, ese aceite podría ser mejor, o ese paseo si estuviera cerca del mar…, ese MAR de Málaga, que solo Málaga tiene.
No sé que aprenderé de esto, solo que es dificil, que en casa puedo hacer yoga (y lo hago) o tartas o leer. Puede que luego y sé que lo haré, echaré de menos estar en casa, con tiempo para hacer cosas como escribir posts, en la continua queja, de los que en lugar de celebrar cada día, vemos que es un día que ha pasado sin más, de querer vivir en «Qué guay otro día por delante» a mi «Pfff, otro día más». El optimismo nunca se pondrá de moda para un 4.