No me he leído el libro de Marie Kondo, quizás por mi indiferencia a los best sellers, son poco «exclusivos», también es verdad que tras leer muchos libros de autoayuda, te das cuenta de que realmente detrás de ellos se encuentra una idea básica la cual se  desarrolla, más de la cuenta.

En su momento me fascinaron libros como «Dios viene en una Harley,» que me pareció una maravilla, me releí hace un par de años y dije, valiente truño, o «el monje que vendió su ferrari» que no se le queda atrás, en términos de baja calidad. Quiero aclarar, que no estoy en contra de los libros de autoayuda, si bien creo que casi todos se podrían resumir en un post.

Dicho esto, he ojeado  «La magia del orden» y creo que se basa en la idea de que hay que quedarse con aquello que merece la pena, (curiosa frase merecer la pena). A todo esto hay un documental en Netflix, que se llama Minimalismo y que estoy viendo por partes, va sobre lo mismo, quedarse con aquello que es imprescindible, hablando en términos físicos y reales.

Al final todo es limitado,  puede que incluso el universo,  o hay refranes como que «el saber no ocupa lugar» que directamente son falsos. 

Todo lo anterior viene a un simple punto, vivo en un consumismo absurdo que no me hace más feliz. Me compré el otro día un par de jerseys, una camisa bonita y un polo que era como Piet Mondrian y cuando llegué a casa salvo la camisa que la colgué, el resto lo dejé en la bolsa ¿Me hizo feliz esto? No.

Así que creo que voy a empezar a desprenderme de cosas, como si fuera un ritual, para ver si deshaciéndome de cosas reales, también me deshago de emociones que poco me aportan, los rituales al final son la forma con la que hablamos a nuestro subconsciente. Si una prenda de ropa no nos la hemos puesto en un año ¿tiene sentido que la guardemos? Tengo en la despensa cosas que probablemente estén hasta caducadas, porque de la misma prácticamente solo uso las especies, podría vivir de las cosas que tengo en la nevera, así que voy a intentar vivir esta experiencia a ver cómo se desarrolla, sin expectativas.

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